lunes, 8 de noviembre de 2010

CAPÍTULO XLI



Por la noche llevaron a Don Quijote y a Sancho un caballo de madera volador que se llamaba Clavileño. Les dijeron que para romper el maleficio de la princesa barbuda deberían taparse los ojos e ir a la constelación de Candaya. Cuando Don Quijote apretó la clavija de activación del caballo todos los que estaban allí se despedían como si realmente se estuvieran moviendo, incluso. Cuando llevaban un rato les soplaron para que ellos pensaran que estaban muy arriba y después les acercaron unas llamas de fuego para que pensaran que estaban tocando el cielo después encendieron la cola de Clavileño que estaba lleno de cohetes tronadores, Don Quijote y Sancho cayeron al suelo. Cuando se levantaron vieron que no se habían movido de lugar en que había las mismas personas que antes Sancho le dijo a la Duquesa que durante su viaje había visto que la tierra era como en grano de mostaza y que los hombres eran como avellanas y la Duquesa le dijo que esto era imposible. Don Quijote dijo que no podían haber ido a la región del sol porqué se hubiesen quemado. Sancho como recompensa le dieron una ínsula para gobernar.

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